
“Cuán bien experimento que Él es el único Bien que nos puede satisfacer, el único ideal que nos puede enamorar enteramente. Lo encuentro todo en Él. Me gozo hasta lo íntimo de verlo tan hermoso, de sentirme siempre unida a Él, ya que Dios es inmenso y está en todas partes. Nadie puede separarme. Su esencia divina es mi vida. Dios en cada momento me sostiene, me alimenta. Todo cuanto veo me habla de su poderío infinito y de su amor. Uniéndome a su Ser Divino me santifico, me perfecciono, me divinizo. Por fin, te diré que es inmutable, que no cambia y que su amor para mí es infinito... amor eterno, incomprensible, que lo hizo humanarse, que lo hizo convertirse en pan por estarse junto a mí, por sufrir y consolarme.” (Cta. 121)
«Pensamos que es un momento privilegiado de profundo tono evangelizador, proponer a nuestros jóvenes la figura de esta joven carmelita que encontró en el Señor Jesús la plenitud de su felicidad, fundada en una relación cercana y afectuosa con el Señor, abierta a la ayuda de los más necesitados, con una profunda conciencia de su identidad apostólica de acercar almas al Señor, ya que ella misma se sabía “cautivada por las redes del Divino Pescador”. La Santa se nos ofrece como un gran modelo para los jóvenes de nuestra Patria, acosados por la desesperanza, y las tentaciones contrarias a la dignidad de la persona humana, para enfrentar la crisis que vive nuestra Nación. En medio de este panorama desolador se muestra Teresa de Los Andes como modelo de confianza en Dios, y que les dice a los jóvenes de hoy “El alma que tiene su esperanza puesta en Dios no tiene nada que temer, porque todos los obstáculos, las dificultades, Él los vence” (D 48). La misión de Santa Teresa de los Andes es encender almas en amor para él.» (P. Fr. Daniel Rodríguez, OCD, Delegado General)