martes, 2 de julio de 2019

Invitación Celebración del Centenario de la Muerte de Santa Teresa de Los Andes

“Sólo en Dios he encontrado un amor eterno.”

Nacida en Santiago de Chile el 13 de julio del año 1900, Juanita Fernández, así conocida por sus familiares y amigos, será la encargada de testimoniar con su vida y a su corta edad la experiencia del encuentro y la cercanía con Dios Amigo, su Amado, en el cual descansa su alma y por el cual se siente infinitamente amada. Fue una joven de su tiempo, que vivió con naturalidad su juventud: amistades, estudios, el deporte, la vida familiar, siempre con una actitud seria ante la vida y la vocación de cada quien, junto a todo esto supo integrar en su vida la vivencia cristiana de la experiencia de Dios, de la oración, del amor y del sufrimiento. 


Juanita fue una joven que supo descubrir que “Dios es alegría infinita” (Cta. 101) y que a partir de esta experiencia, incluso en medio del dolor, supo encontrar siempre a Dios. Así lo expresa nuestra querida santa a la Madre Angélica Teresa: “…El sufrimiento no me es desconocido. En Él encuentro mi alegría, pues en la cruz se encuentra a Jesús y Él es amor.” (Cta. 14) 

¿Quién puede hacerme más feliz que Dios? En él todo lo encuentro…” (Cta. 81)

Su entrega a Dios la llevó siempre a testificar desde muy temprana edad su amor por aquellos más desfavorecidos, realizando una ejemplar labor apostólica a través de las misiones, la catequesis, la visita a los enfermos y a los más pobres, llevando la alegría a los niños a través de juegos y la música. Su preocupación siempre fue más allá, que todos pudiesen encontrarse con Jesús, sintiéndose amados, como ella lo experimentó. En Dios encuentra plenitud, tal cual como lo manifiesta, en Él encuentra su Todo. Con tan solo 15 años se consagra a Dios, haciendo voto de castidad. Jesús la ha cautivado, y sólo para Él desea ser. 

“Me gustan las Carmelitas porque son tan sencillas, tan alegres, y Jesús debió ser así.” (D 31) 

Su vida fue una agradable ofrenda a Dios, el Carmelo llegó a su vida a través del testimonio de las grandes santas del Carmelo Descalzo, Teresa de Jesús, Teresita del Niño Jesús e Isabel de la Trinidad, en sus escritos contempló una fuente inagotable que la conducía a Dios y que finalmente la cautivó, descubriendo en su vida que Dios la llamaba a ser Carmelita. “La vida de la Carmelita consiste en amar, contemplar y sufrir. Vive sola con su Dios”. (D 47) 

Un 7 de mayo de 1919, ingresa a las Carmelitas de Los Andes. Cambia su nombre, llamándose, en adelante, Teresa de Jesús. Tan solo once meses transcurrieron dentro de la clausura del Monasterio, allí escondida junto a su Jesús, logró vivir en tan corta estancia, aquel ideal que había contemplado desde hacía mucho tiempo su corazón. Sus cartas durante este período nos permiten contemplar el despliegue del intenso apostolado que realizó, no sólo desde la fecundidad del sacrificio y de la oración, sino también desde estos escritos. “Jesucristo, ese Loco de amor, me ha vuelto loca”. (Cta. 107) 

El 14 de Octubre de ese mismo año, toma el hábito de Carmelita Descalza, unos meses antes en el mes de agosto escribe una Carta a Inés Salas comentándole su experiencia sobre lo que va viviendo dentro del Monasterio: 
“Cuán bien experimento que Él es el único Bien que nos puede satisfacer, el único ideal que nos puede enamorar enteramente. Lo encuentro todo en Él. Me gozo hasta lo íntimo de verlo tan hermoso, de sentirme siempre unida a Él, ya que Dios es inmenso y está en todas partes. Nadie puede separarme. Su esencia divina es mi vida. Dios en cada momento me sostiene, me alimenta. Todo cuanto veo me habla de su poderío infinito y de su amor. Uniéndome a su Ser Divino me santifico, me perfecciono, me divinizo. Por fin, te diré que es inmutable, que no cambia y que su amor para mí es infinito... amor eterno, incomprensible, que lo hizo humanarse, que lo hizo convertirse en pan por estarse junto a mí, por sufrir y consolarme.” (Cta. 121)
Pocos meses después cae enferma de Tifus, hace su profesión religiosa el 6 de abril de 1920, unos días después el 12 de abril, muere santamente a los 19 años de edad y once meses de Carmelita Descalza. Es beatificada (3 de abril de 1987, Chile) y canonizada (21 de marzo de 1993, Roma) por San Juan Pablo II, en la homilía de la canonización la propone como “modelo de la perenne juventud del Evangelio”, ya que “ofrece el límpido testimonio de una existencia que proclama a los hombres y mujeres de hoy que en el amar, el adorar y servir a Dios están la grandeza y el gozo, la libertad y la realización plena de la criatura humana”. 

El CARMELO DESCALZO VENEZOLANO camino al CENTENARIO

Ante este preámbulo quienes formamos parte de la Delegación General de los Carmelitas Descalzos de Venezuela tenemos el gusto de compartir la alegría que embarga a nuestra Orden por la celebración del Centenario de la Muerte de Santa Teresa de Los Andes. El 12 de abril de 2020 se cumplen 100 años del nacimiento a la Patria Definitiva de nuestra querida Patrona.
«Pensamos que es un momento privilegiado de profundo tono evangelizador, proponer a nuestros jóvenes la figura de esta joven carmelita que encontró en el Señor Jesús la plenitud de su felicidad, fundada en una relación cercana y afectuosa con el Señor, abierta a la ayuda de los más necesitados, con una profunda conciencia de su identidad apostólica de acercar almas al Señor, ya que ella misma se sabía “cautivada por las redes del Divino Pescador”. La Santa se nos ofrece como un gran modelo para los jóvenes de nuestra Patria, acosados por la desesperanza, y las tentaciones contrarias a la dignidad de la persona humana, para enfrentar la crisis que vive nuestra Nación. En medio de este panorama desolador se muestra Teresa de Los Andes como modelo de confianza en Dios, y que les dice a los jóvenes de hoy “El alma que tiene su esperanza puesta en Dios no tiene nada que temer, porque todos los obstáculos, las dificultades, Él los vence” (D 48). La misión de Santa Teresa de los Andes es encender almas en amor para él.» (P. Fr. Daniel Rodríguez, OCD, Delegado General)
Ante este gran acontecimiento para nuestra Delegación queremos invitar a todos nuestros hermanos y hermanas a lo largo y ancho de nuestro país (Conventos, Monasterios, Comunidades Seglares) a dar inicio a nuestro Año Jubilar el día 13 de julio de 2019 (por ser su fiesta litúrgica). En cada una de nuestras comunidades se estará realizando una Eucaristía Solemne para dar inicio a nuestro Centenario ese día. Es una gracia compartirles también que para este Año Jubilar la Penitenciaría Apostólica nos ha concedido la Indulgencia Plenaria, así que en cada una de nuestras celebraciones y peregrinaciones tendremos esta gracia para todos aquellos quienes se acerquen a nuestras comunidades. 

Queridos hermanos vivamos este año Jubilar con gran alegría, profundicemos en la riqueza espiritual de nuestra querida Patrona Teresa de Los Andes y vivamos con Jesús en lo íntimo de nuestra alma, adorándolo y amándolo allí (Cf. Cta. 51). 

“Para una carmelita la muerte no tiene nada de espantable. Va a vivir la vida verdadera. Va a caer en los brazos del que amó aquí en la tierra sobre todas las cosas. Se va a sumergir eternamente en el amor.” (Cta. 134)