miércoles, 5 de septiembre de 2012

De todos los pueblos para todos los pueblos


DE TODOS LOS PUEBLOS PARA TODOS LOS PUEBLOS”
La Evangelización en una sociedad plural
Llegué a Brasil para participar del Congreso Internacional Misionero OCD, en nuestra hermosa casa de Espiritualidad en Sao Roque (Brasil) desde el 24 al 27 de Julio del 2012. Allí se me regaló el enriquecedor encuentro de Hermanos y Hermanas de la familia del Carmelo Teresiano, rostros conocidos y nuevos que me motivó a vivir con entusiasmo el reto misional de la Orden, que en las palabras de presentación del Vicario General OCD, Emilio Martínez, nos llevó a visualizar en los desafíos de la Misión, propuestas concretas de vida y acción desde lo específico de nuestro carisma y misión en la Iglesia.  Las ponencias, las comunicaciones y el mismo compartir entre los 45 participantes creó un clima de iluminación y discernimiento para proyectar el camino misionero de nuestra Orden. Bajo la égida del Secretariado de Misiones OCD, la Revista Misional y ONG Obra Máxima, junto con colaboradores de la Casa General OCD en Roma, así como la acogida fraterna de la Provincia Brasil sudeste, se desarrollaron los momentos de reflexión, compartir y proyección a través de los días de duración del Congreso.


Las temática estuvo centrada en una trilogía de las dimensiones de la Misión tomando en consideración:

1° teología de la Misión:  “Las misiones a 50 años del concilio Vaticano II. Lectura y actualidad del Decreto AD GENTES en Latinoamérica” por P. Marcos Juchem OCD;  “El espíritu misionero hoy y los nuevos contextos de la evangelización” por P. Silvano Giordano OCD; “Pastoral misionera latinoamericana: Teología y Espiritualidad” por Mons Braulio Sáez OCD; “El religioso carmelita hoy. Cultura de la paz y la justicia en contexto latinoamericano” por Mons Oswaldo Azuaje OCD,

2° Misión Carmelitana: “Santa Teresa de Jesús, misionera: ´´por ser ésta la inclinación que nuestro Señor me ha dado´´ (F 1,7)” , por P. Salvador Ros OCD; “La expansión carmelitana en América Latina en la década del 1900-1911” por P. Dámaso Zuasua OCD; “Sucumbíos: enseñanazas de una historia reciente” por P. Oscar Aparicio OCD; Propuestas para una teología de la misión desde el Carmelo Teresiano” por P. Zacharie Igirukwayo OCD.

3° Nuevos retos y expectativas: “Expectativas misioneras de los contextos interculturales y religiosos. Análisis fenomenológico de la sociedad actual y sus exigencias” por P. Benedict Kanakappally OCD; El misionero carmelita del tercer milenio a la luz de la V Conferencia de Aparecida hoy” por P. Patrizio Sciadini; “Misión y evangelización. Una mirada crítica desde el Sur” por P. Fernando Susaeta; “La recepción de la Palabra hoy en el contexto latinoamericano. Retos y propuestas” por P. Rafael Santamaría OCD.

Contando con las comunicaciones que nos llevaron a contemplar: los 100 años de presencia en el Vicariato Regional OCD del Perú; La realidad pastoral de la Misión de el Petén (Guatemala); La misión de Apiacás de la Provincia OCD Brasil Sur; La Misión OCD de la Provincia de México en la Sierra de Puebla; La presentación de la ONG de La Obra Máxima; La Página WEB del Secreatiado OCD de Misiones; La presentación de la historia y misión de los Carmelitas en los inicios de la Provincia de Brasil sudeste.

Teniendo varios momentos donde compartimos sobre la dolorosa situación de la Misión de San Miguel de Sucumbíos (Ecuador) y de los esfuerzos realizados y los proyectos pendientes por la Orden en diálogo y discernimiento. La presencia y recuerdo sentido del P. Jesús María Arroyo OCD, misionero y testigo de la Misión del Carmelo, recientemente fallecido, marcaron todo el Congreso desde la memoria de los participantes y la palabra del P. Juan Berdonces OCD y el P. Juan Cantero OCD, hasta hace poco, Misioneros en la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos.

De la riqueza de lo expuesto, lo vivido y comunicado, puedo compartirles que fue como un gran aguacero que cayó sobre nuestras tierras, que contemplamos desde Sao Roque, como sedientas de nueva evangelización. En el espíritu conciliar, se planteó de forma renovada que “ser discípulo de Jesús y misionero son dos caras de la misma experiencia”, que “el cristiano es misionero o no es cristiano”,  que “… si la humanidad está de espaldas a la Iglesia es porque quizás la Iglesia está de espaldas a Cristo y su Evangelio”; por lo que “… vivir, ser testimonio y discípulo-misionero de Cristo, requiere mucha oración, escuchar al dueño de la mies, para que nos empuje de nuevo a buscar cuál es su voluntad y con qué fuerzas y métodos ejecutarla. Es “ir mar adentro, y lanzar las redes, dentro de la nueva realidad total que nos cerca”.
Para esto se exige un hablar pertinente de Dios que nos lleve a conocer la realidad del mundo, pequeño y grande, con una visión teologal que dinamice la misión y nos lleve a casar la teología y la espiritualidad en nuestro acercamiento al pobre, desde la historia que escriben los pobres. Desde aquí la Misión es la manera de entender y vivir como Iglesia, repensando siempre la Misión ante los nuevos signos con la exigencia de conversión en el redescubrirnos desde la Misión.
La Historia ilumina la Misión abriéndola al análisis de los signos de los tiempos y reconociendo el pluralismo en la sociedad, el reconocimiento de la dignidad de todas las personas, haciendo que la Iglesia “servidora de la humanidad” lleve el evangelio a todas las culturas, de manera radical, tocando las estructuras sociales.
A la luz de Aparecida, haciendo de nuestras comunidades, “comunidades misioneras”: humanizadas y humanizadoras, abiertas al servicio profético, cercana a los más pobres y sencillos. A vivir con el reto de que el Carmelo no sea “ni isla ni oasis” sino donde se viva la vocación carismática sin incoherencia de vida y con presencias significativas por carismáticas. Para el Carmelo, arriesgarnos en la Misión es una opción de fe que nos da vida en la hermenéutica desde abajo, buscando una mayor inculturación y una mayor formación.

La inculturación nos sitúa ante la realidad de que la evangelización en no pocos contextos culturales ha generado una creencia sincretista y mágica. La realidad del África nos ilumina ya que a través de la reflexión de la Teología africana se reivindica el paso de un cristianismo postcolonial a un cristianismo con rostro negro, pasando de la adaptación, a la Teología de la Liberación africana, y luego a la inculturación. Llegando a la Teología de la invención (1990) en la búsqueda de la complementariedad entre la TdL y la inculturación, partiendo de la premisa que toda teología es contextual iluminado un pensamiento hacia la autenticidad. Esto plantea que el centro de la cristiandad se está desplazando hacia el sur. Europa no sigue siendo el centro de la fe por haber sido el centro antiguamente y que ninguna iglesia local es autosuficiente sino interdependiente. Desde esta perspectiva, ser católico es vivir en red con todo el mundo. Por lo que las iglesias locales africanas, americanas,  están llamadas a multiplicar sus relaciones e intercambios.

La aproximación a la Palabra de Dios ha hecho nacer en la Iglesia una vida espiritual más rica, acercándonos a las enseñanzas del Nazareno y haciendo de la experiencia del misterio una realidad más cotidiana. La fe del pueblo ha crecido, no sin la constatación de fracturas y expresiones fragmentarias, que no opacan el camino hecho: “cuando la vida y la Biblia se encuentran, el pueblo comienza a andar”. Esto en el ámbito específico de la pastoral y catequesis ha guiado a un modelo de lectura antropológico-teocéntrico, centrado en la procura del equilibrio entre la fidelidad al texto bíblico y al ser humano concreto al que va dirigido. Luego a  nivel de praxis, las dificultades aparecen en la doble tarea de entender y comunicar.
Es hacer un camino con la Palabra como el de Jesús de Nazareth que nos lleve a compadecernos y no avergonzarnos de aquellos a quienes llamamos hermanos. Es vivir la creación como un espacio de conflicto y confrontación, donde el Reino sufre violencia, sin olvidar el sufrimiento y pobreza como construcciones históricas, cuyo sujeto responsable es el ser humano. La Palabra debe llevar a una teología compasiva que no establezca lazos de ternura, fraternidad y comunión. Ella debe llevarnos a superar un paradigma de evangelización marcado por las trampas de la eficacia, el cálculo,  la previsibilidad, dejando la experiencia de fe en orden, formas, disciplina, métodos, sistemas… porque traen “paz” a la mente para vivir lo cotidiano. La misma Palabra debe sacudirnos para sentir en la Iglesia la necesidad de una autocrítica profética para no ahogar al Espíritu, acomodándonos por el miedo al cambio y miedo a la transformación radical de un mundo injusto. La Palabra debe iluminar también lo que tienta de veras al hombre como es el deseo de que nada se le escape de las manos, el control.
La importancia de la teología está en insistir en la prioridad moral de las personas sobre las instituciones y sus prácticas. Son las personas, no los sistemas, las que definen la substancia de la justicia y de la solidaridad, algo esencial para resistir a la total transformación de la vida en mercancía.
En este contexto, la principal misión que tenemos ante nosotros es hacer de Dios un habitante de nuestra historia, como Él siempre quiso y quiere ser. En un panorama donde conceptos como neoliberalismo de mercado; imperialismos y fundamentalismos políticos; pobreza estructural (46% de la población mundial; en América Latina 44% de pobres y 14% de indigentes); feminismo contra el androcentrismo de las estructuras mentales, sociales, políticas, económicas y religiosas; conciencia ecológica frente al actual modelo de desarrollo; pluralismo cultural contra la pretensión etnocéntrica dominante; pluralismo religioso y no de religión única; biogenética y finalidad terapéutica, eutanasia y muerte con dignidad, regulación de la natalidad, reproducción asistida, bioética…; exigen un discernimiento  ético para que en sintonía con los derechos humanos sean experiencias benéficas para la humanidad. todas ellas avances benéficos para la humanidad, pero con evidentes interrogantes éticos y religiosos; derechos humanos y su situación paradójica: nunca tan defendidos y, sin embargo, tan transgredidos en tantos lugares.

La Palabra debe llevarnos a una Nueva hermenéutica que supere la mera exégesis de textos y proponga la búsqueda de sentido: a un Nuevo horizonte utópico, superando falsas seguridades y estereotipos y llevándonos a soñar cosas que jamás han existido; a un Nuevo horizonte anamnésico por el recuperar la herencia apocalíptica desde la memoria subversiva de las víctimas en busca de su rehabilitación, y considerar la obediencia a los que sufren como elemento constitutivo de la conciencia moral; una Nueva teología en diálogo con otros discursos y métodos, en especial con las ciencias de las religiones: sociología, fenomenología, psicología, filosofía, antropología cultural, historia de las religiones, ecología; y una Nueva espiritualidad inter-religiosa, que rompa las fronteras que cada religión levantó a lo largo de su historia para distinguirse y entretejiendo lazos de amistad y comunicación entre los creyentes de los diferentes credos, condición esencial para el trabajo común por la paz.

Y con una mirada al futuro del Carmelo en América Latina, la Conferencia de Aparecida (2007) nos abre perspectivas en este camino por recorrer: “En América Latina y el Caribe, cuando muchos de nuestros pueblos se preparan para celebrar el bicentenario de su independencia, nos encontramos ante el desafío de revitalizar nuestro modo de ser católico y nuestras opciones personales por el Señor, para que la fe cristiana arraigue más profundamente en el corazón de las personas y los pueblos latinoamericanos como acontecimiento fundante y encuentro vivificante con Cristo”[1], así “confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros” sigue recordándonos- que “no depende de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnan dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva para América Latina”[2].
            Y en nuestra Delegación, esta rica experiencia de Orden nos interpela en la Formación inicial y permanente de cara a entrar en sintonía con estos planteamientos y ser sujetos de esta historia por construir con “el futuro de nuestro pasado”.


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Fr. Caché del Niño Jesús



[1] V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Documento de Aparecida, nº. 13.
[2] Ibid.,  nº. 11.