viernes, 12 de abril de 2013

La Palabra de Teresa en la Comunidad de los Frailes de Barquisimeto


La Palabra de Teresa en la Comunidad de los Frailes de Barquisimeto
Querid@s herman@s en Cristo y el Carmelo, ¡Felices Pascuas de Resurrección!
En esta oportunidad nos ha tocado a la Comunidad de los Frailes Carmelitas de Barquisimeto el compartir nuestra experiencia con la lectura de los escritos de nuestra santa madre Teresa de Jesús. Para nosotros ha sido una gran gracia y bendición el poder ir caminando de cara a la Celebración del V Centenario del Nacimiento de Teresa. Una comunidad relativamente joven con apenas unos meses fruto de la reestructuración que vive la Orden, una Comunidad constituida por dos etapas formativas: el Postulantado, iniciado en el mes de noviembre, integrada por los hermanos que están comenzando su caminar dentro del Carmelo, y el Teologado, que inició su caminar en enero de este año, conformada por los hermanos que ya han realizado su profesión religiosa simple y están cursando sus estudios de teología. Actualmente somos siete miembros que nos encontramos viviendo en el Convento Nuestra Señora del Carmen de Barquisimeto.



Una frase que nos ayuda a reflexionar la dice nuestra madre Teresa en Camino de Perfección “…determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese, y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios, que nunca falta de ayudar a quien por él se determina a dejarlo todo” (1,2). Esto que Teresa escribía a sus monjas y que lo meditábamos el año pasado cuando leímos este escrito, nos hacía caer en la cuenta de la gran experiencia a la cual estamos llamados todos los Carmelitas en sus diversas formas. Hacer todo lo que está en nuestras manos, lo mejor que podamos, confiados siempre en la gran bondad de Dios, en su amor, que no deja de asistirnos y de darnos ese empujoncito que necesitamos para seguir avanzando en el camino de su voluntad.
Esta gran bondad de Dios la vemos manifestada en nuestro Carmelo venezolano y de manera particular en nuestra comunidad, el contacto con la santa nos lleva a cuestionarnos nuestro modo de vivir, y de manera particular nuestro ser como Carmelitas Descalzos. Ser conscientes de “…la gran empresa a la cual hemos sido llamado y que pretendemos ganar; ¿qué tales habremos de ser…?”. Ser tales, es decir ser coherentes con nuestro estilo de vida, esta es la invitación que le hace Teresa a sus hijos en medio de esta comunidad naciente; y para ello nos aconseja que “…ayuda mucho tener altos pensamientos para que nos esforcemos a que lo sean las obras” (CV 4,1).
Todo esto va de la mano con la constante oración. Ella debe impregnar nuestra vida, y nuestra vida debe disponernos a vivir en ese clima de oración continua. Tal como lo dice nuestra madre: “Recia cosa sería que sólo en los rincones se pudiese traer oración” (F 5, 16), y que limitáramos nuestro quehacer oracional a un tiempo determinado.
Ser tales, es decir, ser frailes que vivamos el ideal teresiano de manera coherente, y que además nutran su vida con la constante oración, fuente de todo bien. Por esta razón, es muy importante también resaltar la dimensión apostólica.
Nuestra madre Teresa escribe sobre el inicio de la actividad apostólica de la primera comunidad de frailes en las Fundaciones: “…iban a predicar a muchos lugares que están por allí comarcanos sin ninguna doctrina…”, “Iban, como digo, a predicar legua y media, dos leguas, descalzos… y con harta nieve y frío”, “Con el contento, todo se les hacía poco” (F 14,8). Esta primera comunidad revela la admiración de Teresa por el trabajo de sus primeros frailes, al ver cómo vivían y lo que hacían por la evangelización de aquellas personas desasistidas en sus tiempos, ver de igual forma los sacrificios hechos para conseguir sus objetivos, y a pesar de ello todo era poco con tal de cumplir con la misión encomendada por Dios.
Asimismo, con el nacimiento de los frailes nuestra madre deseó ardientemente que sus hijos “trabajaran en los distintos campos al servicio de la Iglesia, pero más con las obras que con las palabras”, “empapando la contemplación de espíritu apostólico y procurando siempre nutrir la acción evangelizadora con la intimidad divina” (Cf. Constituciones 89).
Todos estos elementos brotan del contacto con los escritos de nuestra Santa Madre Teresa de Jesús, ella hace resonar su voz en medio de nuestra Comunidad, y sigue intercediendo por cada uno de sus hijos para que podamos vivir siempre nuestro ser de Carmelitas, sumergidos en las necesidades por las que atraviesa nuestro mundo y de manera particular nuestro país, en su tiempo ella lo expresaba: “Estáse ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo (…), quieren poner a su Iglesia por el suelo, ¿y hemos de gastar tiempo en cosas [que no valen la pena y que por ello] tendríamos un alma menos en el cielo?... no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia” (CV 1,5). Es tiempo de darnos cuenta del llamado que nos hace Teresa de Jesús a nuestra vida y sobre todo de la misión que Jesucristo ha encomendado a nuestras manos.
Como expresábamos a los inicios de esta carta somos una comunidad que recientemente ha iniciado su andadura en este pedacito de cielo que nos ha regalado el Señor. Son muchos los proyectos que tenemos de cara al V centenario del Nacimiento de Teresa y que esperamos con la ayuda de Dios realizar, entre ellos podemos mencionar: Las Jornadas de Contemplación, los Encuentros Carmelitanos para Novios, la grabación de un CD de música teresiana para animar el V Centenario, entre otros. Todos ellos de la mano de nuestros hermanos seglares y laicos que han tomado la iniciativa de desarrollar estos programas y que confiando en la gran bondad de Dios esperamos que sean de gran bien para todas las personas que puedan vivirlos.
Sólo nos queda entonar el poema de Teresa diciendo: “Veisme aquí, mi dulce amor, amor dulce veisme aquí: ¿qué mandáis hacer de mí? / Veis aquí mi corazón, yo le pongo en vuestra palma; mi cuerpo, mi vida y alma, mis entrañas y afición… ¿Qué mandáis hacer de mí?”.