En Memoria del P Padre José Agustín Aspiunza Urrecha - Carmelitas Descalzos de Venezuela

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sábado, 17 de noviembre de 2012

En Memoria del P Padre José Agustín Aspiunza Urrecha


Saludos queridos hermanos. El Padre Alonso nos comparte la nota de los Padres, Jesus y Cirilo, en recuerdo del P Agustín Azpiunza, Carmelita Descalzo español con una gran trayectoria en Tierras Centroamericanas. Damos Gracias a Dios por la vida de este hermano nuestro y su testimonio misionero; y en la caridad fraterna que nos une, oramos al Señor por él para que goce de la Patria eterna. Fr. Daniel.
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DEL P JESUS MARIA

Panajachel 16 de noviembre de 2012
Amor para todos, odio para nadie. El Clarinero de Radio Escandinavia al habla.
Padre José Agustín Aspiunza Urrecha

  Agustín María nació, en Begoña, Bilbao, el día 25 de agosto de 1925. Después de su breve estadía en Villafranca de Navarra, pasó a Larrea y tomó el Hábito con el nombre de José Agustín de la Virgen del Carmen el 21 de agosto de 1944. Al año siguiente, el día 22 de agosto, hizo su Profesión Religiosa. Los estudios de Filosofía les realizó en Pamplona y Vitoria; los de Teología, en Begoña, que no los concluyó, porque fue destinado al Seminario de Alwaye, en la India, dirigido por los Carmelitas de la Provincia de San Joaquín de Navarra, el año 1949. El 7 de julio, comienzo de la novena de la Santísima Virgen del Carmen, llegó al Seminario de Alwaye. Aquí recibió las Ordenes Sagradas. El 17 de 1952  fue consagrado sacerdote por Monseñor Attípety, Arzobispo de Ernáculam. Y el 19 de marzo del mismo año cantó su primera misa en el seminario de Alwaye.




Cinco años más estuvo misionando en la India en distintos centros. “En estos primeros años en la misión, nos cuenta el P. Agustín, que los veteranos les decían machaconamente: “los primeros años son de trámite, necesarios, pero casi totalmente estériles desde el punto de vista de eficiencia misionera”. Eso al principio humilla, pero con el paso del tiempo se com¬prende que es cierto. Es el período que llamaban de aclimatación, ahora de inculturación.

“Otra cosa que nos decían los veteranos, continúa el P. Agustín, es que en estos países hay que viajar ligero, no sobrecargarse, pues cada uno carga con su equipaje, y cuanto más ligero sea, más millas podrá correr. Y este consejo, sabio, es aplicable no sólo a la carga de la mochila, sino también a la sobrecarga intelectual, pues también es cierto que demasiadas teologías son una rémora. Al principio éramos proclives a juzgar a los veteranos, pero con el paso del tiempo, acabamos por respetarles y admirarlos”.

En abril de 1957 volvió a España. Fue destinado   a la comuni¬dad de Santander, pero muy pronto sintió deseos de venir a Colombia. En efecto, el 28 de octubre de 1957 ya llegaba al hermoso país colombiano. Su primer destino fue Medellín. Vida parroquial, de muy duro trabajo, más o menos agradable. Pero  Agustín sentía la necesidad de algo más y es entonces cuando solicitó a Mons. Luis Irízar ser recibido en la Prefectura Apostólica de Tumaco. De tal manera que en diciembre de 1957, ya estaba convertido en misionero en Tumaco. Era como una réplica del tiempo que había pasado en la India.

En la Misión fue destinado primero a la misma ciudad y trabajó desde diciembre de 1957 hasta febrero de 1958. De aquí pasó enseguida a El Charco hasta enero del 59, siendo coadjutor de la parroquia. En el Interna¬do de Candelilla trabajó  durante el año 1960 hasta principios de 1961. Pero viendo que su presencia podía ser más útil en la incipiente misión carmelitana de Guatemala, donde necesitaban más personal, se trasladó a esa República Centroamericana” (“52 Misioneros Carmelitas Vasco-Navarros en Tumaco, Colombia”. Miranda Arraiza, José Miguel, pags. 64-65).

     Llegó a Guatemala el 21 de febrero de 1961 y estuvo en la Misión de Sololá hasta el 17 de marzo de 1999, en que le destinaron a Santa Teresa, ciudad de Guatemala. Treinta y seis años permaneció en Panajachel y anteriormente en San Lucas Tolimán, poblaciones situadas a  la orilla del lago Atitlán, Departamento de Sololá.

     “Ahora le vienen a la mente de este cronista los versos de Fray Luis de León cuando salió de la cárcel, que comienzan: “aquí la envidia y mentira...”
Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
¡Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y, con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso,
con sólo Dios se compasa
y a solas su vida pasa,
ni envidiado, ni envidioso!

Sin juzgar nada, porque, en realidad, el cronista de nada está enterado. Aires que corren” (“52 Misioneros Carmelitas Vasco Navarros en Tumaco, Colombia”. Miranda Arraiza, José Miguel, pág. 65).
La parroquia de Panajachel tiene 34 Comunidades con sus respectivos oratorios. Todos los reconstruyó el P. Agustín, después del terremoto, lo mismo que la Iglesia de la cabecera en Panajachel. La iglesia colonial de San Andrés Semetabaj la había reconstruido pocos meses antes del terremoto y quedó completamente destruida. Hasta hoy día, Monumentos Nacionales no han permitido reconstruirla.
Al poco tiempo de llegar a Panajachel, ya había construido una vivienda, para cobijarse, muy pobre, muy heroica, y la utilizó durante años. Pero pronto aprendió que, por la climatología, vientos y lluvias torrenciales, lo provisional, por heroico que sea, se paga muy caro, y acorta y limita las energías y mina la salud. Y por eso, puso en marcha el plan de la infraestructura material de las parroquias que le tocó servir. Aquí se convirtió en constructor.

Como había dicho con donaire un misionero experimentado: “Hay que saber manejar la sierra, el azadón y el hacha...ser cazador, sastre, zapatero remendón, explorador... y también saber decir misa”. Hay que saber de todo un poco y el que sabe de todo un poco, es el que sale menos malparado. El P. José Agustín fue un fuera de serie. Porque fue chófer, mecánico, cocinero, catequista, repostero. En el mar de Tumaco la barca zozobró y tuvo que sacar del agua a varias religiosas. Acompañando al P. José Agustín en jeep a las aldeas, vi, cómo, más de una vez tuvo que levantar el capó para corregir algún defecto en el motor.
Panajachel es una residencia carmelitana, fundación canónica de la Orden cedida por el Señor Obispo  Mons. Angélico M. Melotto a perpetuidad. Era lógico que la Orden estableciera en ella su convento-residencia.

El P. José Aspiunza ha sido el realizador de esta obra. Residencia de aspecto austero, ejecutado con gusto exquisito, con amplitud y comodida¬des para habitación de cuatro Padres.
Contiguo al convento el P. Agustín edificó un convento para residencia de una comunidad de religiosas y un salón parroquial de dimensiones amplias para reuniones comunales.

La Orden ha contraído una deuda de gratitud con el P. Agustín. Todo un maestro de obras en el ramo de la construcción. Obra de su gusto y arte fue también la construcción de una torre de tipo colonial, en Panajachel, admi¬ración de propios y extraños.

Estableció una clínica parroquial. A la clínica llegaban periódicamente médicos especialistas, dos estadounidenses y dos guatemaltecos.

     Durante varios meses, tuvo tres catequistas a tiempo completo, impartiendo clases por las aldeas y los cantones de la Parroquia. Esta actividad fue muy bien acogida y se vieron  logrados muchos frutos.
     Era muy apreciado y querido en la parroquia, por su entrega apostólica y por las obras que realizaba. A todas las aldeas les proporcionó salones multiusos,  que servían para oratorios, para la formación de los  catequistas, los servidores de la Eucaristía, del Bautismo, de la Reconciliación, de la Confirmación, de los Matrimonios, de los Enfermos.

Todos los domingos se reunían los catequistas y servidores de la Comunidad en San Andrés Semetabaj para recibir las clases de Catecismo y de formación integral. De mucho servicio fueron las Hermanas de la Eucaristía fundadas por la Hermana Tonia, quienes, tres veces por semana, visitaban los oratorios de la parroquia para la liturgia de la Palabra y el rezo del Santo Rosario.

       Durante 20 años, por indicación del P. Restituto (que en paz descanse), el P. Agustín atendió la parroquia de Argueta con el proyecto de la Cooperativa de San Juan Bautista R.L. en la Colonia de María Tecún. El proyecto constaba de 120 viviendas con tres habitaciones, (para los papás, para los hijos, y para las hijas)  cocina-comedor amplios, bodega, agua potable con su pila en un pequeño jardín detrás de la vivienda. Todas las casas tienen drenajes que llegan al otro lado de la carretera donde se encuentra la purificadora de aguas negras.

     Para evitar problemas de transporte siempre iba en moto que como consecuencia de ello tenía prótesis de fémur y cadera. Una de las cosas que más sintió el Padre Agustín fue dejar la moto para recorrer todos los lugares tan bellos de la parroquia, llenos de una formidable naturaleza donde se respira aire fresco y puro. En la India también usaba la moto, muy grande de 1000 cc. La más grande que usó en Guatemala fue de 750 cc  y una, todo terreno, de 600 cc.

 No era deporte o capricho usar motos, sino que lo hacía por la facilidad de ir por esos lugares, pues el jeep era más dificultoso y más lento. Lo peligroso era cuando las lluvias eran fuertes, pero, siempre había un tiempecito que escampaba y se podía continuar el viaje, admirando la naturaleza y disfrutando de los paisajes que en Guatemala son bellos y pintorescos.

El P. Agustín asistía a muchos, variados y desparramados pueblos que canónicamente pertenecían a su parroquia, unas veces en carro, otras en moto o en bicicleta y, a veces, a caballo, a pie, en canoa. Los domingos multiplicaba misas y llegaba con su asistencia a donde más podía. Aún en tiempos duros de la violencia, nunca dejó de atender a las comunidades. Esto le costó varios sustos: dos en la Parroquia de Panajachel y tres en la de Argueta. Los sustos consistían en sufrir asaltos y ser despojado de lo que llevaba.
Era estimadísimo por toda la parroquia, estima que se ganó a punta de servicio y de atenciones a todos, sin discriminar a nadie.

El P. Agustín  el 17 de marzo de 1999 fue destinado a la Casa de Santa Teresa en la ciudad de Guatemala. De ahí pasó, por obediencia, a la casa de El Carmelo. Trabajando como siempre, animoso como siempre y dando gloria a Dios también como siempre. Fue desgastándose y consumiendo su vida en la casa de El Carmelo y desde allí emprendió “el vuelo”, indudablemente que para seguir apoyando todo lo que sea instauración del Reino.

       En una de las esquelas en la Prensa de Guatemala, al final, se encuentra la siguiente nota:”Depositad este cuerpo mío en cualquier sitio, sin que os de pena. Solo os pido que dondequiera que estéis, os acordéis de mi ante el altar del Señor”.
Ciertamente el P. José Agustín, que murió el 11 de noviembre a las 10.45 p.m. en el Sanatorio de El Pilar, ofrece un cuadro atractivo, sacerdotalmente hablando, enamorado de sus años de misionero y de los que conservaba un gran recuerdo.

     El día 10, sábado fue internado en el Sanatorio de El Pilar y el día 11 a las 22.45 fallecía. Parece, que un desajuste en la glucosa desajustó todo su organismo y colapsó.
Las exequias fueron el martes a las 11.30 a.m. y a continuación el entierro en el panteón de los Padres Carmelitas en Guatemala  ciudad.

     La celebración eucarística estuvo presidida por Monseñor Rodolfo Mendoza, obispo auxiliar y concelebraron con el Sr. Obispo, 19 presbíteros: 10 carmelitas, 4 presbíteros de la diócesis de Sololá, 2 religiosos, 3 presbíteros de la Arquidiócesis, y  llegaron religiosas de diferentes Institutos. Mucha asistencia de laicos, de todas las clases sociales. No necesitó hacer opción por los pobres; siempre estuvieron en su corazón. Era pastor en los superabundantes campos de la pastoral. Era muy receptivo a las propuestas y contrapropuestas.

     No sé quién escribió que Dios ama, gusta de gente corriente y que por eso ha creado tanta. Agustín aparentemente  llevó una vida sencilla. Pero, a medida que nos acercamos a su vida con la lupa y conociendo detalles de su vida, se descubre un diamante, quizá en bruto. No sé si las personas- la mayoría- somos mejor  de lo que pensamos y, por tanto, si se recoge, si se suma todo lo que ha ido sembrando a los largo de los años da un resultado muy positivo. Por lo cual basta que alguien  haga de bruñidor para que salga a la luz, se ponga al descubierto todos sus méritos.
Al enfocar la mira hacia Agustín, se aprecian gestos, acciones y sentimientos que empujan a la virtud. He dicho que en su vida no se registran hechos extraordinarios, pero al conocer el ambiente en el que se movió algunos años, es para descubrirse. Siento admiración por el desgaste que sufrió el P. Agustín de misionero. El le restaba importancia a su estilo de vida.

      Su disponibilidad era muy estimada por todos. Su buen humor animaba las reuniones y su juicio ponderado le impedía entrar en las disputas.

     Quisiera que la figura de Agustín encarne un mensaje de vida, que sea en alguna medida y en algún  aspecto un referente que ofrezca algún rasgo importante al hombre de hoy.
Jesús María Sarasa

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DEL P CIRILO

"De forma inesperada se nos fue el P. Agustín Azpiunza. Cirtamente tenia una pequeña dolencia ´en la pierna, alteraciones en el azucar que al final nos obligó a internarlo en el Sanatorio Español, el Pilar, el sábado a las 9 de la noche. Pasó el día sin novedad con una fuerte alteración en el azucar para a las 22,45 fallecer en el sanatario. Se fue silenciosamente y sin pedir permiso ¿Por què? ¿Causa de la muerte? En sintesis, una descompensación total de todo el organismo, riñones,  hemorragia intestinal, azucar...No resistió las alteraciones.

Ayer lunes se le veló en esta Iglesia de El Carmelo y hoy se celebró el funeral de cuerpo presente. Mucha asistencia, mucha participación, mucha cercania y sentimientos a flor de piel y dos celebraciones hondas de fe: Lunes a la tarde y esta mañana del martes. La celebración de hoy la presidió Mons. Rodolfo Mendoza, obispo auxiliar, el arzobispo hizo llegar sus condolencias, asi como Mons. Raul Martinez Obispo Auxiliar también y estuvimos 20 sacerdotes, el provincial Javier Alpizar,  concelebrantes ademas de una gran concurrencia.

Se nos fue un gran caballero, de exquisita relación humana, cercano y amigo, hermano. Además un misionero de cuerpo entero: 60 años de sacerdote, ordenado en la India el 17 de marzo de 1952, despues 4 años en Tumaco, costa pacífica de Colombia, y palúdico llegó a Guatemala en 1961 hasta el día de hoy. Su campo de acción misionera fue el Departamento de Sololá a las orillas del Lago Atitlan. Acompañó al nacer y crecer de las comunidades cristianas, principalmente,  de la Parroquia de San Francisco de Panajachel. Su trabajo descansó en los catequistas, animadores de las comunidades.   Sirvió a tiempo y a destiempo al pueblo indígena y los últimos años en la capital estuvo siempre dispuesto a atender a quienes le pidieran sus servicios. Gracias P. Agustín Azpiunza, nacido a la sombra de la Virgen del Carmen de Begoña el 25 de agosto de l925, cuyo escapulario vistió desde su infancia. Un testigo  generoso y auténtico de una generación misionera de audaces frailes vasco-navarros de la provincia de San Joaquin de Navarra. Historia cercana, reciente, memoria evangélica imborrable, desafio para el futuro como hijos de Teresa. AGUR  AGUSTIN Y GRACIAS."
Cirilo Santamaría

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