"Yo pido a Jesús que me atraiga a las llamas de su amor, que me una tan íntimamente a él que sea él quien viva y quien actúe en mí" Santa Teresa del Niño Jesús
Cuando el hombre le da cabida en su corazón a la gracia y misericordia del Señor, se convierte en testigo y protagonista privilegiado de los que el mismo Señor hace en la vida de aquél que se determina a dejarlo todo por Él. El Carmelo Descalzo en Venezuela ha sido testigo por excelencia de lo que Dios ha hecho en la vida de nuestro hermano Fr. Jonathan de Jesús y la Madre de Dios, quien el pasado 5 de octubre pronunció sus votos definitivos al Señor en presencia de la comunidad reunida, en manos de nuestro Delegado Fr. Daniel de San José. El Padre Delegado destacó en su homilía la significación de nuestra consagración bautismal y lo que en ese momento hacía nuestro hermano Jonathan: una entrega sin reservas, una entrega consecuencia de la misma fidelidad del Señor para con él, una entrega sin condiciones y muy consciente de la compañía siempre oportuna y tierna de nuestra Madre la Virgen Santísima. Agradecemos a Dios por todas las personas que hicieron posible esta entrega a lo largo de la historia de vida de nuestro hermano Jonathan.
Pero dejemos que el mismo neoprofeso nos comparta esas palabras que salen del fondo de su corazón:
“Quiero dar gracias a Dios de todo corazón por su gran bondad y misericordia, hoy canto de alegría a Dios por su amor, le doy gracias por posar su mirada sobre este servidor, quiero darle gracias por haberme escogido. Gracias por permitirme experimentar su presencia amorosa, por encender en mí la llama del amor. Gracias mi Amado Jesús por mantener encendida la llama, por no dejar que las circunstancias de la vida la apagaran. Tú, mi Amigo y Señor, que siempre estás a la puerta llamando, no te cansaste nunca de tocar, le doy gracias por insistir. Él que conoce lo profundo de mi corazón, que me conoce totalmente apostó por mí y hoy aquí con nosotros ve el fruto de ese amor que me ha demostrado en cada momento de mi vida. Por eso, desde mi toma de hábito, escogí pertenecerle todo a Él, ser de Jesús. No ha sido un camino fácil, ni comprensible muchas veces, pero abandonado en las manos de Jesús, he podido caminar hasta el día de hoy. Aunque no crean que se la he puesto tan fácil a este Amigo y Señor.
Doy gracias a Dios por las personas que ha puesto en mi caminar, gracias al Señor de la vida por la familia que me ha regalado, gracias mamá, papá, gracias Yoha [hermana]. Con ellos di mis primeros pasos en la fe, con ellos fue creciendo mi amor por Dios, mi deseo de entregarle mi vida a este Dios que me ama tanto. Doy gracias también por mi familia en la fe, por mis hermanos y hermanas de la Comunidad María Auxiliadora, con ellos fui conociendo más a Dios, con su testimonio de vida me enseñaron a vivir la fraternidad, a vivir con mayor entrega mi servicio dentro de la Iglesia y también la caridad y disponibilidad por el que más necesita. Gracias por su apoyo incondicional a lo largo de estos años, por su oración. Extiendan mi agradecimiento a todos mis coparroquianos.
Gracias a una “jugarreta del Espíritu Santo” gracias a la vida de san Juan de la Cruz opté por discernir mi llamado en el Carmelo Descalzo, mi nueva familia. En este lugar mi alma encontró lo que tanto estaba anhelando, con el Carmelo, la llama de amor se encendió nuevamente. Años maravillosos he vivido en este lugar, Dios a través de mis hermanos me ha ido instruyendo, en la oración, la vida fraterna, el amor cada vez más profundo a la Palabra de Dios, los Sacramentos, a mi Madre la Virgen María, la caridad evangélica, tantas cosas de la que se ha nutrido y se sigue nutriendo mi vida, por lo cual agradezco inmensamente a Dios. ¡Qué tesoros insondables se encuentran en este pedacito de la Iglesia!
Doy gracias a Dios por los frailes que me han acompañado y siguen acompañando mi vida. Gracias hermanos por su testimonio de vida, por su cariño, su comprensión, su sabiduría, su amor. Muchas gracias de todo corazón.
No puedo dejar de mencionar a quien le he confiado mi vocación, a quien le he pedido en muchas ocasiones que me ayude a serle fiel a su Hijo, a quien le pido hoy que me ayude a mantener los ojos fijos en Jesús. Le doy gracias a la Madre de Dios, a Mamá María por el amor que manifiesta en mi vida.
Gracias al coro, al Carmelo Seglar de Mérida, a la Comunidad de los Frailes de Mérida de manera particular a nuestros hermanos estudiantes, por todas las personas que colaboraron… Gracias, Dios les bendiga abundantemente.”
Juntos, como Carmelitas, nos unimos a esta acción de gracias y le expresamos a nuestro hermano nuestra gratitud por su disponibilidad a la voluntad de Dios en nuestra comunidad. Y a todos los hermanos presentes en el tiempo y en la fraternidad;
“Me encomiendo a sus oraciones, para que Dios me conceda la gracia de vivir fielmente como Carmelita Descalzo para siempre, siempre, siempre…”
Fr. Luis Enrique Vanezca, OCD